Pintura

Sarah Shackleton

Del 17/03/2011 al 05/05/2011

Sarah Shackleton es una artista valiente, con un espíritu creativo poco convencional, que cuando toma los pinceles pinta aquello que emerge desde su sentir más profundo. Sarah pinta y escribe desde hace tiempo y, como podemos comprobar en la Exposición que presentamos en el centro de la UNED en Calatayud, imagen y poesía se han unificado y fundido. Gesto y palabra se fusionan en unas obras que ansían trasmitirnos sus profundos sentimientos de arraigo y de desarraigo, de gozo y de desasosiego, porque la naturaleza, tan asombrosa en su país natal, Nueva Zelanda, –y su ausencia– despiertan en Sarah un torrente de emociones contrapuestas.

Las vivencias personales de la artista brotan y necesariamente se reflejan en sus creaciones: la distancia del paisaje de su tierra, la añoranza… La obra pictórica de Sarah Shackleton transmite esa especie de melancolía existencial intensa y, en ocasiones, desgarrada. Admirada por lo que ve y a su vez preocupada por lo que observa, por lo que imagina… Aunque en esta etapa creativa en la que se encuentra inmersa no es lo más habitual, en algunas ocasiones aparecen personajes en sus cuadros, personajes pensativos que nos transmiten y refuerzan los sentimientos de soledad, de incomunicación, de desarraigo…

Miles de kilómetros separan a la artista de los horizontes que fueron cotidianos en su infancia y en su adolescencia: la naturaleza inmensa, la montaña hermana. Los paisajes tienen sus reglas y se imponen, pero Sarah Shackleton necesita más, ya no le parece suficiente recogerlos con pigmentos, fijarlos en el lienzo, retenerlos: "Incluyo textos y poesías que refuerzan mis ideas sobre el sentido de la vida, nuestra naturaleza y la naturaleza del Universo, los planetas y La Tierra" nos dice la artista, que se confiesa profundamente atraída por la obra de Caspar David Friedrich, en especial por "El caminante sobre el mar de nubes". El ser humano en soledad, enfrentado al entorno en su estado más puro.

Friedrich fue pintor romántico por antonomasia, sus obras suscitan la melancolía del ser humano ante lo intenso, lo insondable, afirmaba que: "La tarea del pintor de paisajes no es la fiel representación del aire, el agua, las piedras y los árboles, sino que es su alma y sus sentimientos lo que ha de reflejarse". En el caso de Sarah son los sentimientos lo que sin ninguna duda quedan reflejados en sus pinturas, que enfatiza con la utilización de una pintura expresionista, gestual, de colores vivos, penetrantes y pinceladas intensas que no hacen sino corroborar el lenguaje profundo y, de alguna manera, metafísico, de sus cuadros.

"Pinto lo que me sale de dentro" me confiesa; "Ya sé que en algunos casos pueden resultan unas pinturas duras, poco amables; pero es que no me sale otra cosa, no me sale…". La pintura de Sarah Chackertlon, exploradora infatigable de la naturaleza, requiere el compromiso de cada espectador, su contemplación calmada permitiendo que la pintura nos absorba, que la poesía nos invoque hasta aproximarnos a lo que se escapa de la razón. Porque si, como decía Friedrich, "la única fuente verdadera del arte son los sentimientos puros, claros, que albergan nuestros corazones", en el caso de Sarah se confirma la tesis. Las pinturas de esta neocelandesa, afincada en Aragón desde hace más de veinte años, iluminan las paredes de la Sala de Exposiciones del Centro de la UNED en Calatayud; deseamos que sirvan para iluminar nuestras pupilas, nuestra razón y nuestros corazones. La naturaleza requiere respeto y tiempo para la observación, y Sarah, desde sus cuadros, paradójicamente nos lo ofrece.

María Jesús Buil Salas