Carme Garolera

Cuando la vida se esfuerza en el placer de vivir

Las obras que configuran la serie de imágenes que la artista Carme Garolera presenta bajo el hilvanado del término Tropismos son la presencia de esos hilos misteriosos que trenza y rompe la vida. Sus pinturas son un relato de trazo orgánico sobre el espacio fecundo de la naturaleza y el paisaje interior del arte.

El vivir enlaza sin cesar hilos invisibles entre personas y paisajes. Entonces, como sucede en el mundo de las plantas, esas fibras se tuercen o rompen gestando cuerpos modelados bajo la presión de la necesidad de luz o la ausencia hídrica, siempre entre el deseo de eternidad y la desesperanza material. Tropismos es el fenómeno biológico que indica el crecimiento o cambio de un organismo vegetal como respuesta a un estímulo medioambiental, la capacidad para rescatar el efecto benefactor de una adversidad. El mundo de la naturaleza gestiona su propia supervivencia, como la resiliencia de una planta para adaptarse a las adversidades y amenazas que la azotan.

Eso son, en términos botánicos, los tropismos que captura e imagina la artista sobre el lienzo y los papeles. Grandes superficies que trabaja en estratos de presencia, capas y capas de energía invisible que labora de forma alquímica. Las obras que ahora contemplamos son la materialización pictórica de formas vegetales ascendentes, trazos enmadejados, capas de ausencia entre huellas de luz y claroscuro. Pinturas ejecutadas con técnica laboriosa, usando materiales preciosos y a partir de una vibrante gestualidad. Las obras de Carme Garolera siempre son intensas en la ejecución y frágiles en la presencia, ese es su gran valor pictórico.

Como los recuerdos, que perviven en nuestra memoria de forma entrecruzada y variable, la ausencia de realidad estable nos permite esa poesía más fecunda de la fuerza de la adaptación, de querer visualizar el manto de la vida como un micro universo inestable y rebosante de mundo secreto. Y es en este sabor del recuerdo donde se gestionan las trémulas y vigorosas trazas de la pincelada y los difuminados de Carme Garolera, enormes lienzos de vida vegetal. Las manos de la artista son como las pinturas, epidermis modelada entre perfiles arteriales y huellas del tiempo. Sus manos son fruto del propio tropismo del arte que busca la luz en las entrañas, el agua en la profundidad.

Al citar con el trazo y el color un fragmento de vida, todo se hace intenso y nos atrae poderosamente. Ese es el magnetismo y la belleza de sus obras, la artista absorbe las perturbaciones del tiempo existencial para seguir proyectando el futuro. A partir de cierta vida vivida, nuestros recuerdos están tan entrecruzados unos con otros que hemos puesto algo de nosotros en cada libro que leemos, cada paisaje que observamos o los aromas que deleitamos. El recuerdo de cierta imagen, cuando la artista contempla los pétalos alrededor de un cáliz o las líneas serpenteantes de una hiedra desecada fijada al muro, son la añoranza de cierto instante y todas sus réplicas dibujadas son fugaces, como los años y los recuerdos. Pero en cada tiempo de creación la fugacidad de la vida se esfuerza en el placer de vivir.

Pilar Bonet

Crítica de arte, profesora en la Universitat de Barcelona
El Naturalismo es un sistema filosófico que destaca a la naturaleza como el primer principio de la realidad. Por tanto, un sistema estético que intenta constituirse en un verdadero culto contemplativo de la naturaleza y del ser humano.

Diré, en primer lugar, para presentar a Carme, que es una artista Naturalista, ya que su pintura nace de la observación y comprensión de la Naturaleza. De su análisis y reflexión.

Carme Garolera (1955. Mataró, Barcelona) ha sido profesora titular de Dibujo Artístico de la Escuela de Artes de Badalona desde 1980 hasta 2015.

Conozco a Carme desde 1973. Siempre ha sido una artista muy trabajadora e incisa en sus planteamientos plásticos, que partiendo de la realidad conocida, resolvía con una deliciosa espacialidad de composición abstracta llena de trazos sueltos y orgánicos. Con el tiempo, Carme, en su afinidad con la Naturaleza acabará transformándola en una metáfora.

El trabajo que ahora nos muestra en esta exposición Tropismes II es reflexión de un esfuerzo articulado durante muchos años de investigación que ha evolucionado, generando en ella misma, su propia Naturaleza pictórica.

Arturo Gómez

Comisario de la Exposición