Todo auténtico talento tiene su principio y sus raíces en lo sensitivo

Herman Hesse

Hace ya más de veinte años que  Salvador Victoria falleció y  su figura, como ser humano y como artista plástico -pionero en la utilización del lenguaje abstracto en los inicios de la segunda mitad del siglo XX- nos sigue revelando  aspectos  de un  interés notable.

En la exposición que ahora presentamos en la Salas del Centro de la UNED en Calatayud, nos hemos limitado a recoger una parte significativa de las creaciones de sus últimos veinte años. “Pinturas, collages,  superposiciones 1974 – 1994” pretende establecer un recorrido cronológico, subrayando aquella lucha intensa y permanente del artista por dotar a sus obras de la capacidad emocional que ambicionaba.

El artista debe recordar que el criterio de la calidad es absolutamente indispensable para que una simple experimentación  se convierta en obra de arte” apuntaba el artista en uno de sus textos, y también,  “La finalidad que yo persigo constantemente es que el color vibre de tal modo que la estructura de la composición tenga un papel aparentemente secundario, y así dar mayor protagonismo a lo puramente pictórico: texturas, calidades y armonías, elementos básicos o fundamentales en toda obra plástica... “.

Salvador Victoria, nacido en tierras turolenses, sustituidas pronto por las valencianas, se consideraba a si mismo un pintor aragonés. Aseguraba que conservaba con nitidez las señas de su tierra de nacimiento: la pureza del aire, la extensión de los pinares, los ocres y rojos de los campos, sierras y barrancos…” El viaje fue una constante en su juventud: Valencia, Madrid, Ibiza y finalmente París donde se instala y se empapa de las corrientes de vanguardia que en los años cincuenta apenas eran conocidas en la España aún de posguerra. Allí rompe definitivamente con la figuración y  la experimentación con el color, la textura y la materia  pasarán a ser lo constante de su trayectoria. “Sigo pensando que hay un camino casi infinito en la abstracción” afirmaba a finales de los ochenta.

De la obra pictórica de Salvador Victoria se ha escrito mucho y ha sido analizado concienzudamente.  Me gustaría concluir el presente escrito recordando las palabras con las que lo definía Lorenzo Martín Retortillo en un texto para Andalán. “La generosidad es uno de los valores  que Salvador Victoria, callado y no aparatoso, posee como uno de los colores mas ricos de su enriquecida paleta” El deleite emocional que nos depara la presente exposición está garantizado.

María Jesús Buil Salas

Directora de las Salas de Exposiciones UNED Calatayud