Plena de colores, texturas y armonía es la obra que la artista turolense de nacimiento y afincada en Valencia, María José Pérez Vicente, trae hasta las Salas de Exposiciones del Centro de la UNED en Calatayud. Una vez más nos sorprende alejándose de sus anteriores trabajos en series como la última, con el título genérico de “Redes”, o las más lejanas “La espiral del Tiempo”, “Balanzas” o “Notas para una partitura en blanco”, por citar algunas que ya le conocimos y con las que habíamos disfrutado.

Con un planteamiento arriesgado por la dificultad de los materiales con los que trabaja, en este particular “Taller de costura”, título genérico que le ha dado a la muestra, Pérez Vicente se adentra en un universo femenino cargado de metáforas. Telas, hilos, pespuntes y sobrehilados construyen una retícula sobre la que la autora deposita los elementos descriptivos que acabarán definiendo la narrativa de la obra. Piezas contenidas, o de gran tamaño en alguno de los casos, en las que la artista da cumplidas muestras de su saber hacer, de su oficio a la hora de conseguir el equilibrio de las partes. Desprendida de los elementos geométricos, de las regularidades, alejada de los tubos de pintura y los pinceles, Pérez Vicente se enfrenta al reto de articular su discurso con los elementos mínimos, alejados de los que habitualmente utilizan los pintores. Y sin duda sale victoriosa.

Rojos, negros, grises, crudos… bolsos, maletas, sombreros, abanicos… y manos, enormes huellas de manos sobre fondos estructurados a partir de la superposición de tejidos con múltiples texturas, que nos transportan a aquellos ruidosos talleres de costura que no hace tanto proliferaban en pueblos y ciudades y en los que, seguramente, mientras las manos trabajaban sin descanso, las cabezas sin moverse del sitio viajaban, transitaban por hermosas ciudades distantes, casi siempre inaccesibles. María José Pérez Vicente, como Louise Bourgois en aquellos maravillosos cuadritos construidos a partir de paños rayados de cocina en los que sutilmente se evocaban los “mares lejanos”, nos acerca al trajín del taller de costura, al deseo inmanente de fuga... nos acerca a una infancia inaprensible, olvidada.

La artista, una vez más, ha cumplido su objetivo: nos ofrece unas obras plenas de armonía formal en el planteamiento plástico y estético que al mismo tiempo destilan un lenguaje conceptual cargado de equilibrio. Cada espectador efectuará una lectura personal a partir de los mecanismos cerebrales que se alteren, pero todos, y todas, sin duda, disfrutarán de cada una de las composiciones. Son pequeñas sinfonías de color, cargadas de argumentos, repletas de elocuencia.

María Jesús Buil Salas

Directora de las Salas de Exposiciones UNED Calatayud